Fue un tiempo re contra exigente.

Después de que las adversidades me molieran a golpes sin parar, la situación “se calmó”. Y tuve que empezar de nuevo, ponerme a hacer las cosas que las circunstancias no me dejaban hacer.

¿Apoyo ajeno? Bien, en general son mejores con la ayuda material. Son personas demasiado críticas y que, si alguien busca que le den un consejo sobre una situación, lo único que va a conseguir es que se pongan a rebajarlo por cualquier motivo que no tenga ninguna relación. Al final, parece que todo lo que les digas sirve de excusa.

En mi caso, no necesito apoyo emocional. Aunque a veces quisiera tener gente con la que se pueda hablar. Ahora, no es así. Lo único que hay son personas que cualquier motivo les viene bien para atacarme. ¿Y qué iba a hacer yo? Evitarlos. Lo que había que decir ya se los dije y es como hablar con una pared.

Ellos ni siquiera se molestan en simular que están intentando hacer una crítica constructiva. Directamente proceden a las humillaciones. Y no sé si es una excusa para que me aleje pero más de lo que ya me alejé… no creo que sea justo decir que los molesto cuando no los visito ni dos veces por año en promedio. Y así y todo cada encuentro es solamente otra situación donde demuestran lo que son.

No, no hay gente que me apoye. Pero por otro lado me hago la pregunta de si yo no hice mal en haberme aislado tanto. Creí que no era necesario relacionarme y a la larga me di cuenta que no se puede avanzar sin relacionarse con otros. En cualquier área. Es odioso que todo esté tan interconectado pero no te voy a mentir: no sé cómo salir del agujero en el que me metí por no relacionarme. Tampoco tenía muchos motivos para desear la compañía de otros: las conversaciones eran siempre superficiales sobre un partido de fútbol, el clima, las chicas… Me aburría de todo eso. Creí que era cosa de la edad, pero vi que con más años la gente se volvía peor: los hijos se convierten en la excusa perfecta para todo. No sólo son superficiales sino que todo está hecho para personas así.

Así que no hay una sociedad que yo pueda valorar. Son como zombies: no reflexionan, no sienten, no varían. Y yo estoy solo y siempre lo voy a estar. Tratar de reducir las distancias no me funciona (porque es la distancia que te separa de lo que no te gusta). No es que yo crea que son una mala compañía, es que lo son de verdad. No me quedó más opción que seguir la vida solo. Todas mis intenciones de amistad chocaron contra un muro: no soy buen amigo porque no tengo un verdadero interés en los otros seres humanos (no lo malentiendas: soy amable, colaborador y hasta puedo ser simpático pero lo que ocurre es que no los encuentro interesantes y ellos se dan cuenta y me odian por eso). Es más sano seguir cada uno por su lado. A los ojos de todo el mundo, soy una persona que interpone una distancia emocional infranqueable y a la gente de este lugar al menos no le gusta para nada que le pongan esa distancia, incluso aunque seas educado.

Para ser honesto, no es por razones profundas que me ataquen. Es por los motivos más superficiales que te puedas imaginar: porque no les sigo la corriente, porque no sé ser parte del cardumen. En la naturaleza vemos distintos animales: los lobos salvajes se juntan para atacar en grupo; los tigres van solos. No es que los animales que están solos no sean sociables, ellos pueden comunicarse entre ellos, pero nunca van a ser animales de manada (“gregarios”). Hay una lógica diferente. El tigre se relaciona para lo que necesita relacionarse. Los perros salvajes quieren estar juntos siempre. Si el perro salvaje pudiera opinar del tigre, diría que al tigre le caen mal los perros salvajes simplemente porque no se relaciona tanto con ellos.

Al menos yo no disfruto de que se acerquen demasiado y mucho menos cuando me tratan de pisotear. Pienso que lo mejor que hice fue ser más agresivo y no tan amable en dichas situaciones. Lo de resolverlo hablando es falso: la gente dice que se resuelven los problemas hablando pero vas a convertirte en su juguete nada más. Se resuelve cuando las consecuencias son dolorosas o molestas para ellos. Por ejemplo, si alguien te insulta y lo escupieras en la cara, eso es asqueroso y no lo desea, así que tiene motivos para no insultarte. Si fueras a decirle: “me molesta que me hables así”, está claro que se van a burlar y van a hacerlo peor. Es lo que casi siempre pasa. Y todavía siguen recomendando resolver las cosas hablando. Eso no funciona. ¿Cuántos psicólogos y escritores de autoyuda no se pasan diciendo estupideces y cobrando bien por mentir?